Un día, el Alquimista, el Gran Mir Darmad vio a un pobre zapatero remendón en el mercado de Bagdad. Se apiadó de él y poniendo su mano sobre el martillo viejo y desgastado, lo transformó en oro.
Ahora puedes venderlo, dijo Mir Darmad.
¿Y por qué habría de hacer eso? preguntó el remendón. Es mejor que vuelvas a convertirlo en hierro, pues así es muy blando para usarlo como martillo.
No puedo, contestó Mir Darmad y se sintió muy avergonzado.
¿Por qué lo has convertido en oro si no sabes devolverlo a su estado natural?
Entonces como compensación el zapatero le pidió a Mir Darmad que le enderezara un grupo de tachuelas para poderlas reutilizar. Mientras Mir Darmad cumplía aquella orden, su consciencia abandonó su cuerpo y empezó a vagar por Europa. Así, fue a parar a un anfiteatro donde un hombre daba instrucciones contrarias al Islam. Indignado, Mir Darmad le gritó ¡Basta!
¡Sí, Basta! le gritó indignado el zapatero: ¡Te pedí que enderezaras las tachuelas, no que fueras a vagar por Europa! Si quieres llegar al nivel de realizar ambas tareas al mismo tiempo habrás de esforzarte y estudiar muchísimo más!
Entonces Mir Darmad comprendió y pidió al zapatero ser su discípulo. El zapatero lo aceptó como aprendiz y convirtió otra vez el martillo en hierro. Le bastó con solo mirarlo.
Las apariencias engañan. Los ojos nos permiten ver solo una parte de la Realidad. Esa información que nuestros ojos captan, se convierte en conocimiento y cuando lo aplicamos, pasa a ser conocimiento operativo.
ResponderEliminarPor eso, es importante no confundir, conocimiento operativo con SABIDURIA.
muy biennn! es un paso importante..ahora a ser disciplinado
ResponderEliminar