miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mir Darmad y el pobre zapatero

Un día, el Alquimista, el Gran Mir Darmad vio a un pobre zapatero remendón en el mercado de Bagdad. Se apiadó de él y poniendo su mano sobre el martillo viejo y  desgastado, lo transformó en oro.
Ahora puedes venderlo, dijo Mir Darmad.
¿Y por qué habría de hacer eso? preguntó el remendón. Es mejor que vuelvas a convertirlo en hierro, pues así es muy blando para usarlo como martillo.
No puedo, contestó Mir Darmad y se sintió muy avergonzado.
¿Por qué lo has convertido en oro si no sabes devolverlo a su estado natural?
Entonces como compensación el zapatero le pidió a Mir Darmad que le enderezara un grupo de tachuelas para poderlas reutilizar. Mientras Mir Darmad cumplía aquella orden, su consciencia abandonó su cuerpo y empezó a vagar por Europa. Así, fue a parar a un anfiteatro donde un hombre daba instrucciones contrarias al Islam. Indignado, Mir Darmad le gritó ¡Basta!
¡Sí, Basta! le gritó indignado el zapatero: ¡Te pedí que enderezaras las tachuelas, no que fueras a vagar por Europa! Si quieres llegar al nivel de realizar ambas tareas al mismo tiempo habrás de esforzarte y estudiar muchísimo más! 
Entonces Mir Darmad comprendió y pidió al zapatero ser su discípulo. El zapatero lo aceptó como aprendiz y convirtió otra vez el martillo en hierro. Le bastó con solo mirarlo.

2 comentarios:

  1. Las apariencias engañan. Los ojos nos permiten ver solo una parte de la Realidad. Esa información que nuestros ojos captan, se convierte en conocimiento y cuando lo aplicamos, pasa a ser conocimiento operativo.
    Por eso, es importante no confundir, conocimiento operativo con SABIDURIA.

    ResponderEliminar
  2. muy biennn! es un paso importante..ahora a ser disciplinado

    ResponderEliminar